Entre las calles tapizadas de tierra, basura, piedras y matorrales, en el Cerro del Cuatro, surgen los muros de la escuela primaria de la colonia Francisco I. Madero, que ayer fueron elegidos por alrededor de 60 jóvenes para el primer concurso de graffiti en la colonia. El ocio y sus nocivas consecuencias entre los jóvenes se cambiaron por una tarde, al extender su afición de marcar su territorio rayando casas, piedras y bardas, para plasmar sus firmas artísticas en los muros de la Escuela Primaria número 70, en el Cerro del Cuatro. La idea nació en la cabeza de Juan Manuel Reynaga Gutiérrez, apodado el “Toro”, quien se dispuso a obtener el permiso del director de la escuela para pintar las bardas y lanzar la convocatoria entre las pandillas de la colonia. “La idea fue mía y le dije al director que si me daba permiso de hacer un concurso de graffitis”, expresó el Toro, “muchos rayan y andan pintando casas y se me ocurrió, pues, la escuela, para que, ya que no dan permiso en casas, pues aquí en la escuela rayen”. La iniciativa del Toro convocó a más de 60 jóvenes de la colonia que acudieron a rayar la barda o solamente a participar de la reunión y, para amenizarla, una vecina colaboró con la música de grupos de rock a todo volumen. Después de pagar la cuota de 70 pesos que les dio derecho a hacer su raya en la pared de la escuela, los cinco grupos, cada uno con alrededor de 10 integrantes de entre los 10 y 20 años, comenzaron a pintar su diseño a las 12:00 horas. Mientras los cinco grupos, como los “skatos” del mundo extraño en el que participan tres niñas de 15 años, graffiteaban sobre el pedazo de barda que les tocó, los que estaban de observadores o los integrantes de los grupos que no pintaron, pasaron a la escuela a jugar un partido de futbol. Al final del concurso los mismos participantes decidieron al ganador, que recibió como premio el monto acumulado de las cuotas de participación. Los favoritos fueron los diseños del “Ciber” en colores verde y amarillo, con el dibujo de un dragón y el de “Gary”, quien representó la vida con un vehículo y dos payasos, uno sonriendo y el otro triste.