Hay quienes alegan que es un arte; otros dicen que es un grito de protesta de los jóvenes que perciben una sociedad que no les convence. Pero la verdad, no creo que haya alguien que admita que la proliferación del graffiti sea un buen punto para nuestra ciudad. El jueves tuvo lugar el “Foro Metropolitano sobre el Graffiti” en donde se reunieron sociólogos, siquiatras, así como representantes de algunos sectores relacionados con esta muy peculiar forma de expresión. La cuestión es que no se pusieron de acuerdo en qué hacer ante esta situación. No sé a ustedes qué les parezca, pero para mí es algo totalmente antiestético y chocante ver las paredes pintarrajeadas con unas rayas y garabatos que por más que digan que es un tipo de comunicación especial, no dejan de ser sumamente molestos para quienes ven su casa rayada y para quienes transitamos por una calle y no podemos ver ni el número del domicilio por estar tapado con esa pintura de aerosol que usan los graffiteros. Para quienes dicen que es un arte… perdónenme, pero algo que causa rechazo y que hasta lastima la vista no puede ser arte porque en sí mismo no es armonioso. Además, nunca he sabido que la expresión artística de una persona cause daño a terceros. A través de la sensibilidad e imaginación del artista podemos encontrar nuevas formas de ver el mundo. Lo que para muchos de nosotros puede ser algo simple y sin gracia, la creatividad del artista lo puede transformar en una pieza que nos llame la atención y hasta nos produzca admiración. Por ejemplo, una pared. Si tan sólo es un muro revestido de pintura blanca nos pasa desapercibido, pero si alguien plasma en él imágenes que representen sus sentimientos y sus pensamientos a través del trazo de figuras, y la combinación de colores, buscando armonía en cada elemento que va pintando, el resultado final es una obra de arte. La diferencia entre pintores como Miguel Angel o el jalisciense José Clemente Orozco y estos artistas urbanos del graffiti, no radica simplemente en que los primeros pintaron dentro de capillas y edificios importantes, y los segundos en paredes de la calle. Al ver la obra de los muralistas sólo se nos ocurre pensar cómo fueron capaces de crear algo tan maravilloso que hasta nos pone la piel chinita. Un muralista no sólo pinta una pared, sino que hace palpables sus ideales, sus creencias, sus miedos y carencias, pero lo hacen de una forma en que en verdad nos lo comparten, y al tener contacto con su obra nos comunicamos con el artista. El arte es otro medio de comunicación, en cambio cuando tenemos enfrente un graffiti no sentimos esa cercanía, no fluye ningún diálogo entre el que ve la obra y quien la pintó. Que si el graffiti es una manera de expresarse y de alguna manera protestar por una sociedad que no los toma en cuenta como quisieran… tampoco eso me convence. No se vale hacerte escuchar usando medios que dañan a los demás. Y tampoco es válido poner los intereses propios sobre los comunes. Si esos chavos están buscando que los comprendan tienen que empezar por darse cuenta que para hacerse escuchar no es necesario gritar. Es absurdo concebir la idea de que quieren ser escuchados cuando siguen usando un canal de comunicación que sólo entre ellos entienden. Si quieren quejarse, que lo hagan de forma más clara para que entre todos busquemos soluciones. Mientras más usen el aerosol para dibujar esas figuras raras, menos los podremos entender. Lo que hace falta es ejercer la autoridad. ¿Por qué nuestros gobernantes confunden su autoridad con violencia y represión? Lo que deberían hacer es reunir no a expertos en graffiti, sino a los graffiteros y dialogar con ellos frente a frente, atender sus sugerencias, escucharlos y tratar de orientarlos. Tal vez entre ellos haya verdaderos artistas que necesitan pulir su don, o quizá haya muchachos que pueden dar aportaciones valiosas para solucionar determinados problemas. Pero también es posible que haya personas que sólo buscan destruir, hasta delincuentes, y ahí sí sería necesario poner controles. Si se infringe la norma debe aplicarse una sanción proporcional, sin que la autoridad tenga que sentir remordimientos… O qué, ¿ahora los patos le tiran a las escopetas? monica_guerra@infosel.net.mx Mónica Guerra es pedagoga.
A palabras necias, oídos sordos
Lugar donde sucedio la nota: Guadalajara
Autor: Mónica Guerra Periodico: Mural Fecha: 30 enero, 2000
Topicos que se abordan en la nota: Arte / Contra el graffiti / Daño por graffiti / Expresión / Guadalajara sucia / Inconformidad ciudadana por el graffiti
Aborda el fenomeno desde que dimensión de la legalidad: Ilegal