Graffiti: ¿delimitan territorios? ¿Son mensajes entre bandas o pandillas? ¿Están coludidos con el diablo? ¿Son todos drogadictos? ¿Es mera contaminación? ¿Inconformidad? ¿Son vándalos? ¿Artistas en…
Graffiti: ¿delimitan territorios? ¿Son mensajes entre bandas o pandillas? ¿Están coludidos con el diablo? ¿Son todos drogadictos? ¿Es mera contaminación? ¿Inconformidad? ¿Son vándalos? ¿Artistas en potencia con poco dinero para comprar lienzos?
Graffiti es el camino a través del cuál se plasman emociones, vivencias, formas de pensar. Esta práctica tuvo sus inicios desde la prehistoria.
Desde hace unos meses me invitaron a dar una pequeña plática a un evento diseñado para jóvenes que gustan del graffiti. El evento fue ayer en la Unidad Deportiva Tabachines, y el ver a estos cientos de chavos tan carentes de atención, me ha causado una profunda reflexión.
En esta ocasión fue el Consejo Municipal del Deporte de Zapopan en unión con la Coordinación de Atención a la Juventud y con el Instituto de la Juventud, los encargados de la organización de este foro de expresión para jóvenes de Guadalajara.
Para los organizadores, el graffiti es sólo una forma más de expresión. Lo que promueven es a jóvenes que en verdad quieran trascender a través de este arte. Estas dependencias no promueven el vandalismo, sino que buscan integrar a quienes “rayan” a una actividad positiva para fomentar en ellos un cambio de actitud.
El viernes pasado invité al organizador de este evento a mi programa de radio. Invité también al auditorio a participar con sus comentarios sobre el graffiti y los graffiteros.
Aproximadamente de cada 15 llamadas que entraron para atacarlos, había una que intentaba de alguna manera rescatar la esencia de esta realidad, y si no, por lo menos proponer alguna alternativa inteligente para encauzar toda esta energía, que por falta de espacios, termina plasmando su propuesta en donde puede: paredes, puentes, monumentos históricos.
Hay ciertos fenómenos en nuestra vida, que vale la pena analizar con detenimiento. Basta ver a estos chavos a los ojos, para darnos cuenta de que se sienten -y de hecho están- terriblemente relegados, estereotipados, de alguna manera marcados. Los hemos catalogado. Nos hemos ensañado contra ellos. Creemos que todos son malos, vándalos, contaminadores del ambiente.
Me queda claro que existe un abismo entre estos jóvenes que exigen y necesitan espacios para comunicarse por parte del Gobierno y la sociedad, y los que estamos sentados cómodamente del otro lado, criticando generalmente todo lo que no nos parece, no conocemos o no va de acuerdo a nuestro limitado criterio. Y no es que esté de acuerdo en que rayen lo que les venga en gana. Es simplemente que detrás de esos bocetos hay una gran cantidad de almas encaminadas al fracaso, sin que nadie hagamos nada por remediarlo.
¡Cómo nos hace falta involucrarnos más con otros sectores de nuestra sociedad tapatía! ¡Cómo nos hace falta salirnos un poco de nuestra pequeña burbuja de cristal en la que vivimos! Necesitamos escuchar sus propuestas, y si no las tienen ofrecerles algunas a cambio. Somos parte de la misma urbe. Parece que lo hemos olvidado.
La estructura de este proyecto me parece genial. Pero nos hace falta ir, estar físicamente ahí, en medio de todos ellos, ver lo que hacen, compartir un poco de lo nuestro con lo suyo para encontrar puntos de convergencia.
Desde las ocho de la mañana comienzan los torneos relámpago de frontenis, volibol, futbol y basquetbol. Después tres conferencias. Más adelante una exhibición de patineta y finalmente un concierto con varios grupos de rock. Por supuesto mientras todo esto sucede, se les proporciona una tabla de triplay a los artistas en potencia para que expresen su arte.
Graffitiarte no es únicamente una alternativa para que la juventud se exprese a través de la pintura, sino que también intenta combinar el deporte y la música para encontrar una convivencia real entre diferentes sectores de la sociedad. Buscan generar un cambio real y significativo en nuestra sociedad.
Además es una forma real de educar, encauzar y de alguna forma brindar una oportunidad para que nuestros jóvenes puedan expresarse artísticamente en un lugar específico, sin molestar a otros.
Algunos graffiteros plasman sus bocetos en bares, gimnasios, y hasta escuelas interesadas en que estos chavos se expresen. No todos se dedican a delimitar territorios, ni están marcados por el diablo. Tampoco es común denominador el que ingieran drogas, o el que estén coludidos con el diablo. Mientras no excedan sus límites, ¡bienvenidos graffiteros!
Gracias, ayer tuve la oportunidad de conocerlos y de aprender mucho de ustedes. Ahora sólo falta descubrir quienes tienen realmente cualidades artísticas para encausarlos y capacitarlos para que puedan desarrollar estas cualidades en ambientes y lugares más artísticos y se conviertan así, en auténticas figuras del arte mexicano.