El graffiti es el resultado de una situación muy compleja, de acuerdo con Rogelio Marcial, investigador del Colegio de Jalisco; refleja lo que le pasa a los jóvenes, lo que pasa en la ciudad, los espacios urbanos y lo que vive el joven en su casa, su escuela, sus amigos, la televisión. La sociedad abre espacios para los jóvenes como los scouts, grupos de iglesias, de partidos políticos, clubes deportivos, pero no todos entran a estos grupos y son ellos los que tienen que buscarse sus propios espacios de expresión, aseguró Marcial. Los graffitis que vemos en las avenidas principales no son de chavos banda, son de los tagers, chavos de diferentes estratos socio-económicos que pintan porque lo sienten como algo suyo. “Yo conozco chavos con dinero, que andan en su coche y tienen la cajuela llena de sprays”. Los tagers son jóvenes que pintan en lugares visibles, uno de sus objetivos es retar, molestar a la autoridad y a la sociedad que no los escucha o finge no escucharlos. Estos grupos de muchachos se organizan en las crews, que funcionan como los grupos de McDonalds, se dividen el trabajo, que uno hace la letra, otro hace el muñeco, otro lo rellena y otro “echa aguas”. El graffitide los tagers es una competencia simbólica en cierto sentido, aseguró Marcial, el que pinte en el lugar más alto, más cerca de los policías, o el que haga las letras y figuras mas artísticas y más ingeniosas es el más popular. Los ciclos que se repiten no funcionan. Considera que lo que está haciendo el Gobierno no es nuevo, desde hace años se pintan bardas, se agudiza la represión a los grafiteros, se aumentan las cuotas de las multa, se reglamenta la venta del spray, pero no hay solución. “Son una especie de ciclos repetitivos, y cuando tú empiezas a hacer una serie de cosas repetitivas es porque no has encontrado la solución”.