Las pintas han invadido Guadalajara desde hace casi 20 años, se ha intentado resolverlo de muchas maneras sin éxito; la principal razón es la situación de abandono y desesperación en que se encuentra la juventud tapatía, mencionan expertos en el tema que analizan la problemática, su naturaleza y emiten su opinión
Dicen falla lucha antigraffiti: Identifican territorio
Lugar donde sucedio la nota: Guadalajara / Jalisco
Autor: Mural/Especial Periodico: Mural Fecha: 26 noviembre, 1999
Personas involucradas: Investigadores y Especialistas / Rossana Reguillo Cruz
Topicos que se abordan en la nota: Aumenta el graffiti / Daño por graffiti / Expresión / Historia del graffiti / Lucha por espacios
Aborda el fenomeno desde que dimensión de la legalidad: Ilegal
Sección: Comunidad Pagina: 8 # de Imagenes: 2
Mural/ Especial En sus inicios el graffiti tenía una influencia muy clara del movimiento chicano, del cual se pueden identificar tres aspectos principales, de acuerdo con o, investigadora del ITESO. La religiosidad de las inscripciones es uno de ellos, aquellas que aludían a la Virgen de Guadalupe, al Sagrado Corazón, que en los Estados Unidos eran utilizados como un elemento integrador ante el ambiente hostil que vivían los mexicanos en ese país. Otro aspecto importante es que el graffiti se usaba para marcar los limites territoriales de las bandas, mediante inscripciones en algunas paredes, pero siempre dentro de sus barrios, sin salirse de ellos. “Son pinturas que van a estar dentro del barrio, en algunas esquinas que no son fácilmente apreciables o visibles para el transeúnte normal”, comentó Reguillo. Y en tercer lugar se encontraban pinturas con la reproducción de elementos de la vida cotidiana de los jóvenes, como los coches, las bicicletas y hasta los cigarros de mariguana. “Graffitis que en la época de los ochentas eran muy interesantes porque en ellos los chavos narraban la vida de sus propios barrios en estas inscripciones murales”, aseguró. De cholos a tagers El graffiti cambió, pero no sólo en Guadalajara, estos cambios se dieron en todo el mundo, tanto en España como en Nueva Zelanda y tuvo como origen la ciudad de Nueva York. En Nueva York nacieron los llamados tagers, que en español puede traducirse como etiqueta o firma; Reguillo comenta que los tagers empezaron con un tal takie, quien era un repartidor de pizzas que iba marcando en paredes de la ciudad la firma ‘takie 83’, takie era su apodo y 83 su número de repartidor. Los tagers tienen tres diferencias principales con los grafiteros de principios de los ochenta, la primera es que los tagers rompen el barrio, se convierten en nómadas de la ciudad que ponen su firma en cualquier sitio. Sus firmas pierden la capacidad de comunicar, entre más difícil sea entender lo que dicen en sus inscripciones es mejor; esto también hace las veces de elemento de identidad. La tercera diferencia es un mayor desafío a la autoridad, entre más se moleste, entre más difícil sea colocar la placa, mejor. “Mientras el graffiti se convirtió en una marca para delimitar el territorio, fundamentalmente de carácter horizontal, frente a otras bandas, frente a otros grupos de jóvenes; en el tag, o la marca en la pared, va a ser un desafío fuerte a la autoridad o a la ciudadanía en general, con el explícito propósito de molestar”, agregó. Un fenómeno expandido Es un problema complejo, y no parece haber una solución a corto plazo, Reguillo opina que los jóvenes son uno de los sectores, como las mujeres, más golpeados por la crisis estructural, tienen pocas oportunidades, falta de espacios públicos dedicados a ellos y hay una mayor incapacidad de las autoridades para dialogar con estos jóvenes. “Es muy complicado, no se trata de darles bardas para que las pinten bonitas, no se trata de meterlos en la cárcel, ni de penalizar la venta de aerosoles”.