Las estrategias gubernamentales como la aplicación de medidas punitivas contra los jóvenes que rayan las paredes con graffiti son incorrectas debido a que no van al origen del problema, señaló la doctora Rossana Reguillo Cruz, investigadora del ITESO.
Indicó que a partir de la administración de César Coll como Presidente Municipal de Guadalajara, entre 1995 y 1997, comenzó a ganar terreno el discurso policiaco para enfrentar el problema, y a cerrarse la posibilidad de abordarlo a partir de las múltiples aristas que conforman esta expresión juvenil.
“Cuando desde el plano de las políticas públicas se enfatiza que el fenómeno tiene que ver con comportamientos desviados, delictivos y que los jóvenes son criminales en potencia porque plaquean o graffitean, me parece que se ignora un asunto de fondo que es la descomposición tan terrible en la que se encuentra nuestra sociedad”, señaló.
“Una descomposición que tiene que ver con exclusión fundamentalmente, con falta de espacios para educación, con falta de espacios laborales, para el ocio, y con la falta de una política cultural de atención a los jóvenes”.
En el Congreso del Estado se considera realizar modificaciones al Código Penal para tipificar el graffiti como delito y castigarlo hasta con 400 días de salario mínimo como multa y un año tres meses de prisión.
El Cabildo de Guadalajara aprobó el 5 de julio del año pasado sanciones a los graffiteros que sean sorprendidos rayando bardas ajenas, que van desde mil 897 hasta 3 mil 794 pesos, o bien arrestos por 36 horas o más, aunque este castigo lo podrán cambiar por trabajo para la comunidad.
Mencionó que la política de tolerancia cero, importada de Nueva York, lo único que puede traer es mayores problemas sociales, ya que al meter a la cárcel a los graffiteros ahí aprenderían a delinquir.
La investigadora del ITESO dijo que la sociedad ha sido incapaz de inculcar a los jóvenes el sentido de la solidaridad social para que se den cuenta que sus expresiones en cualquier pared de la ciudad llega afectar a los demás.
No son iguales
La investigadora Rossana Reguillo señala que los graffiteros no son iguales y hay por lo menos tres tipos de ‘artistas urbanos’
Los muralistas
Jóvenes que realizan dibujos en las paredes con un alto nivel de elaboración, que hacen graffiti propiamente.
Es mayor de 18 años
Es el graffitero capaz de expresar en la pared un mensaje completo con una pintura, que tendría que ver con el muralismo, pero que no logra hacer un mural, por eso se llama
graffiti.
Son muchachos que provienen de sectores populares, marginales, que han estado muy en contacto con expresiones culturales chicanas o estadounidenses.
Son sedentarios en términos generales, plasman sus conceptos en las paredes de su barrio y buscan que sus pintas permanezcan en un periodo mas o menos largo.
Los aspirantes
Muchachos que realizan pintas en las paredes pero que no tan elaboradas de manera artística como las del primer grupo.
Sus pintas también quieren comunicar un mensaje, pero estas las realizan no sólo en el barrio, sino en cualquier parte de la ciudad susceptible de ser rayada.
El nivel de edad es menor a los que pintan graffiti de manera artística
Son jóvenes de sectores marginales medios y en muchas ocasiones se puede encontrar a algunos de preparatorias privadas o de un grupo social acomodado.
Los ‘Taggers’
Son los muchachos que más preocupan a la sociedad, porque son quienes rayan con su firma cualquier muro de la ciudad.
No está interesado en comunicar más que su enojo, es un desafío permanente ya ni siquiera contra la autoridad, como fue el graffiti de los 80, sino que es un desafío a la sociedad en su conjunto y decir ‘aquí estamos y no nos pueden agarrar ni hacer nada’.
En sus mensajes no hay más que gritos silenciosos.
En general provienen de la clase media baja y sectores populares, y con problemas en la escuela.
Muchos inician la rea-lización de pintas entre los 11 ó 12 años.
Actúan en cuadrillas y pueden no pertenecer al mismo barrio ya que se juntan por el afecto a poner su firma en las paredes.