Yo considero que en el período que me tocó ser grafitero no había un mensaje explícito, en el sentido de que había una denuncia contra el sistema político, la represión contra un movimiento social, pero sí creo que el grafiti nos da oportunidad de ser alguien para las personas que tal vez no tenemos cabida en una sociedad, no, por ejemplo nosotros entendemos que si rayabamos la ciudad ibamos a tener el reconocimiento de otros barrios y otras personas no tanto para bien como para mal. Y yo creo que más allá de de lanzar el mensaje político de manera explícita, el grafitero también sale a las calles para sacar cierta, cierta catarsis o cierta inconformidad de lo que estamos viviendo, no, aunque no sea explícito. Lo digo porque yo nunca puse una leyenda política, pero consideraba que rayar, por ejemplo, una institución federal o de gobierno, este, implicaba ya un reto no, un desafío, tal vez no era muy claro, pero desde mi perspectiva era una expresión política.