“Nosotros no aprendimos en la escuela de artes ni nada, aprendimos de la calle”, dice Juan Zermeño, “El Pato”.
Él es el líder del colectivo Intergraf, conformado por pintores y graffiteros que en los últimos tres años, se han dedicado a rescatar más de 100 bardas de la Ciudad a través de murales.
En la que ahora trabajan, se ubica en Dionisio Rodríguez y la Calzada Independencia, donde plasman una escena de la Plaza Tapatía.
“Es trascender una escena. Tratamos de darle a entender a la gente que es mejor rescatar el muro con algo bueno y, también, hacerle entender al Gobierno que tienen que apoyar a los artistas urbanos”, expresa Zermeño.
“Hay jóvenes con sus botes en las mochilas, tocando puertas para que les den una oportunidad de pintar una barda, y la gente los rechaza”.
Sobre la misma Calzada, el colectivo pintó la silueta de un grupo de mariacheros; en Washington, en una larga barda ubicada a un costado de la ciclovía, decoraron el espacio con ciclistas; junto al Parque Morelos hay otra que remite a la escultura “La Estampida”, de la Glorieta de López Mateos y Niños Héroes. Ni una obra tiene firma.
“Fue muy espinoso el camino (para conseguir las bardas), ahora ya es más valorado”, considera el director de Intergraf, colectivo que es apoyado por Servicios Municipales del Ayuntamiento de Guadalajara con pinturas y recursos económicos.
Para Jesús Zermeño, conocido como “Artkiller”, el proyecto rescata el arte urbano y le da el espacio que se merece a la obra de estos artistas.
Lo más satisfactorio que el colectivo ha encontrado es que los turistas y el público en general se acercan a los murales y se toman fotos.
“Yo pienso que si todos ponen su granito de arena para que la Ciudad se vea mejor a través de obras artísticas, podríamos tener una Ciudad más bella”, dice Michael Islas, también parte del colectivo.
Para “El Select”, Enrique Saucedo, es fácil: el reto del colectivo es simplemente llenar la Ciudad de arte.
“(Lo que hacemos) es graffiti multidisciplinario, empleamos aerógrafo, brocha, aerosol, y temas que el graffitero común no emplea porque, por ejemplo, hace pintas de protesta, antipolítica, antireligión o para adornar su nombre”, afirma “El Select”.